Exposición COLABORANDO + CREANDO. DUCHAMP 1917-2017
Datos básicos
Fecha
Horario
Coordinadores
Lugar
Documentos relacionados
ARTISTAS participantes
Alicia Ortiz Ortiz, Cándido Baquero, Carlos Dovao, Carmen María Vázquez, Celia Sánchez Morgado, Cristina Camacho, Doris Hakim, Eduardo Molina, Guillermo Ramírez Torres, Irene Pérez Ariza, José Luis Albúes Pérez, Juan Salvador Sanabria Fernández, Keiko Kawabe, Laínez&Laforêt [Cristina Quintana Laforêt y Claudia Laínez Rivas], Lara Seara, Margalida Frau Perello, María Álvarez Romero, María Luisa Llobel Carrasco, Marisa Serrano Bernal, Miguel Soto, Paul Eme, Raquel Serrano Tafalla, Rocío Gómez Pérez, Silvia Lorenzo.
R. MUTT, CIEN AÑOS DESPUÉS DE DUCHAMP
Es probable que ningún artista a inicios del siglo XX pudiera preveer que en 1917 caería una bomba artística en la Society of Independent Artists de Nueva York. Esta deflagración vino a arrasar todos los criterios teóricos, plásticos, creativos o perceptivos con respecto a la obra de arte y el rol del creador que se habían considerado válidos hasta ese momento. El autor de semejante atentado, como buen maestro del ajedrez, movía ficha, lanzaba un ataque en forma de ‘fuente’ y ponía en jaque mate incluso a la propia vanguardia artística. Sin manifiestos, sin grupos, sin contar con el consentimiento ni complicidad de los autores de su época, Marcel Duchamp, desdoblado cual grafitero adolescente, firmaba como R. Mutt una Fountain que -escondida tras la cortina de la ironía, el juego o el humor- nos proponía comenzar la partida con unas nuevas reglas: las suyas.
Es obvio que el urinario es una pieza llena de humor e ironía, pero no lo es tanto la presencia del juego, en especial la rotunda importancia de la adivinanza en la naturaleza de su propuesta. Fue una obra que sólo generaba preguntas; desde su autoría, a su formato, su intención e -incluso- a su estética. El extraordinario Shklovski señalaba que en lo semejante-previsto era donde se daba lo nuevo, ese propio-extraño que se revela a través de un mensaje inédito. Precisamente ese es el proceso del que se sirvió Duchamp para cambiar la historia del arte hace cien años con esta obra. Eligió, tumbó, firmó y se expuso, aún oculto, un objeto cotidiano, vulgar e industrial. La historia futura de esa palabra que no le gustaba nada (creación) podría resumirse a partir de entonces en aquel pedazo de porcelana sanitaria.
El célebre axioma de Giambattista Vico “Verum ipsum Factum” que determinaba el conocimiento humano a través de la inseparable relación entre verdad y el hacer, que establecía que la verdad y lo hecho eran fenómenos intercambiables -una verdad humana que se produce exclusivamente en lo realizado- adquirió una dimensión descomunal en la obra de Duchamp ya que en él ese hacer es puro conocimiento, pura voluntad. La presencia de estos elementos relacionados con la ironía, la provocación, el humor, el juego, la adivinanza o la verdad, en su versión más –post, serán ya elementos cotidianos de la producción artística actual con autores tan imprescindibles como Damien Hirst. No tenemos más que disfrutar de su última propuesta Tesoros del naufragio del Increíble en las dos sedes de François Pinault (Palacio Grassi y el Museo de la Punta de la Dogana) en Venecia para determinar el alcance de aquellos elementos llenos de misterio y provocación que Duchamp estableció.
El artista manifestaría décadas más tarde en conversaciones con Pierre Cabanne la rotunda incomodidad que le suponía en aquellos años (incluso previos, en torno a 1912) la convivencia con artistas. Seguramente, le provocaríamos un síncope si se reconociera hoy en el homenaje de nuestro alumnado interno, cien años después en la sala Espacio Laraña, de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla. Él, que rechazó todo lo que olía a dogmático, hasta lo más vanguardista, que se resistió a esos manidos ambientes artísticos en los que todo huele a programado y apariencia. De hecho, la ironía de nuestro acto podría llegar a un lugar cercano a la comedia puesto que el homenaje es a alguien que suspendió el examen de ingreso en la École des BeauxArts de París y cuya célebre obra El Gran Vidrio no llegó a exponerse en décadas: un enroque perfecto para un ajedrecista creativo de su categoría.
Aún así, a pesar de todo, el artista no tendría más que aceptar la nueva partida que en 2017 le propone el alumnado interno que estuvo activo el pasado curso colaborando con el colectivo docente de nuestro centro. La colección de obras que presentan en esta muestra abordan técnica y conceptualmente la libertad propia de nuestra época. Desde la escultura, al objeto, a la impresión digital, la instalación, el dibujo, el bordado, la performance, el vídeo, la música, pintura o el dibujo se acercan a la figura de Marcel Duchamp, de su obra, con una referencia general a su célebre Fountain pero sin ignorar el enorme patrimonio que supone su figura a día de hoy, con el objetivo de reconocerle la valentía que tuvo hace cien años. Fue entonces cuando el artista interpretó al personaje opuesto que protagoniza el famoso cuento de Kafka Ante la Ley, un personaje literario que aceptaba su inseguridad y sus dudas hasta límites tan internos que finalmente el guardián se apiadaría de él antes de su muerte confesándole: “Nadie más podía entrar por aquí, porque esta entrada estaba destinada a ti solamente”. Duchamp, por el contrario no dudó, supo que esa era su puerta y la cruzó con todas sus consecuencias convirtiendo así su famoso urinario o fuente en un umbral único. Y en su mejor partida.
Marisa Vadillo
Coordinadora de actividades expositivas