Exposición Espacio Laraña: Cartografías, de Jesús Conde

    Fecha

    Horario

    Lunes a viernes de 11 a 14h y de 17,30 a 21h

    Lugar

    Espacio Laraña. Facultad de Bellas Artes. Calle Laraña 3, 41003 Sevilla.

    Este jueves 9 de enero a las 19.30h inauguramos la exposición Cartografías, de Jesús Conde, comisariada por Juan José Gómez de la Torre y Antonio Bautista.

    Del 9 al 23 de enero de 2020
    Espacio Laraña. Facultad de Bellas Artes de Sevilla
    Calle Laraña 3, 41003 Sevilla.

     

     

    Cartografías
     
    El intentar poner en palabras la labor de estos dos últimos años; “los trabajos y el paso de los días”, en el estudio, entre libros, cuadros, cuadernos, y la memoria de la Leica, o los nuevos apuntes y bocetos de la novedosa tablet. Son los días, pero también con sus noches, donde en la nueva y prometedora claridad de la madrugada, entre esas dos luces que te posicionan entre el recuerdo del sueño y lo pintado del día anterior, que hace que te levantes con la firme determinación de cambiar, quitar, repintar y en ocasiones destruir todo el cuadro, siempre tendrás la duda de que todo este proceso de la creación en la pintura, no es natural en la vida sosegada de mi propia rutina, esta melancolía, con esta persistencia de la memoria, esta necesidad siempre insatisfecha.


    Tarkorsky dijo: “la gente hace arte porque la vida no es perfecta”; yo diría que no es suficiente, y el mismo Paul Auster, condesando todo su pensamiento en una corta y precisa frase, dijo “el mundo no es satisfactorio”.


    Los pintores, por ende, son como “personas heridas”. Es por esta razón que el arte se elabora sin códigos establecidos, sin un lenguaje común, conforme a la lógica del tiempo en el que estamos posicionados. Este tiempo lo convertimos en individual, moderadamente narcisista y radicalmente libre, este es el perfil en el que cada mañana me encuentro en clase con la posición de cada trabajo de los alumnos en la facultad de Bellas Artes.


    De la misma manera y de forma simultánea, la búsqueda de la belleza, y un toque de ironía se convierte en la brújula con la que posicionar tu pintura, que de forma inequívoca y soberana te permite el placer de la desviación. Esta extraordinaria aseveración fue proclamada por... tal vez uno de los artistas y pensadores más extraños y certeros e influyentes del siglo XX, Marcel Duchamp: nos plantea la responsabilidad personal de buscar y encontrar una salida de uso propio e intransferible en este tiempo enmarañado, como si una espesa niebla que cubre nuestro pensamiento, y cuya única posibilidad de salir de ella es siguiendo los consejos de Verlaine, que como poeta nos indica: “no hay mejor escapatoria que seguir nuestros propios impulsos”.  Este sentimiento sostenido en estos últimos años, me ayuda a comprender que en mi propia obra, las ideas y los posteriores cuadros en los que me veo reflejado, y a su vez me comprometo,  son como “objetos melancólicos”, donde los viajes, las lecturas y tal vez el impulso que me lleva a ello, han girado, y giran, sobre la condición de la melancolía.


    En esta nueva exposición, he intentado que cada cuadro posea las cualidades que Leo Strasberg anotaba que debía poseer cualquier obra de arte: una cualidad luminosa, con una combinación de tristeza, resplandor y ... ansia. En estas pinturas la forma y los acabados intentan y desean tener el realismo y la veracidad propia del sueño. Detenerse en los detalles, en las texturas, los matices de las sombras y los brillos de las luces en estas ciudades, con sus perspectivas, sus cielos, y sus suelos, buscando la esencia del espacio y ayudado por el color, recreamos las terminaciones. Flaubert decía que “Dios está en los detalles” pero es el hombre quien los construye. En otras ocasiones el paso del tiempo o el mismo hombre, deja la ruina y la destrucción a su paso. Y en este conglomerado de vida, en estas calles, paisajes, umbrales, con sus luces mitigadas por su urbanismo, por las sombras donadas que se resisten al olvido y el abandono, que con la energía interior, el arte se une íntimamente a los sentimientos que nos proporciona en primer lugar en el propio viaje y en consecuencia en la recreación lenta del propio cuadro del momento vivido, sentido y recordado.


    Al final todo gira entre lo invisible que estructura la existencia y lo visible que conforma el exterior de nuestra vida, por donde, por destino, nos toco deambular y seguimos caminando. Estos cuadros son como epigrafías que antes de estar escritas en un lienzo, fueron marcados por el sol y los viajes en nuestra epidermis, buscando y depositando el color de la memoria en sus callejas, fuentes, umbrales de puertas cegadas, de fachadas de remotas iglesias. Ciudades en las que Lampedusa en su novela el Gatopardo crea el mejor monumento dedicado a su vieja y eterna Sicilia, el garaje abandonado y la barbería sin clientes, con la luz dorada de las tardes de infancia y siestas del verano, recordando ese pájaro azul de la juventud que se mira al espejo de nuestra adolescencia, las ruinas de los Medinaceli o del rojo veneciano, la casa del judío o los perdidos barrios de Tánger o Tetuán.


    “CursumPerficio” “aquí acaba el viaje”; el final del trayecto como en los azulejos de entrada de la casa de estilo español de Marilyn Monroe.


    Jesús Conde