Exposición CIEGO de Fernando Sáez
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Esta expo no nos va a dejar irnos a gusto. Es demasiado intempestiva, o cuando menos paradójica. Me explico:
Entre el gesto grisáceo que dibuja y la textura de unos suaves trazos rosados y violáceos, asoma siempre la extraña amenaza de un verde persistente, inquietante, casi indigesto, que completa la forma de una serie de torsos en los que nada cuadra pero todo encaja.
Sus rostros tienen ojos pero no nos ven. A pesar de que nos miran están caídos o se esconden tras antifaces u oquedades varias; se han desprendido, desplazado, o simplemente han salido huyendo. Pero son muchos y están por todas partes y, además, miran en abstracto, nunca en particular, nunca a lo particular.
Sin embargo, las figuras sí parecen ofrecerse a nuestra mirada, y se presentan desvalidas, hoscas a veces, incómodas, como a disgusto. Primitivas, básicas, casi sin terminar, son extrañas pero las hemos visto antes, nos suenan vagamente. Son como una biografía de lo impreciso, o más bien de lo imprevisto, de lo intempestivo… Bienvenida a lo intempestivo, lo chocante, lo raro, lo oscuro incluso: es el lenguaje de lo contemporáneo.
Siempre acompañado por un insaciable verde, el negro, lo oscuro también está presente. Lo negro, lo oscuro no es amenazante, pero sí inquietante: la ceguera, lo que no alcanzamos a ver pero está ahí, aquello que intuimos con intensidad
Por eso esos ojos no nos ven, es que ni siquiera nos están mirando. No nos interpelan, se interpelan, se preguntan a sí mismos por nosotros y nuestra oscuridad. Miran en su presente y no lo entienden, así que miran más allá, hacia atrás, en busca de esa cita secreta que , como dice Agamben existe entre lo arcaico y lo moderno… porque la llave de lo moderno esta escondida en lo inmemorial.
Así que esta exposición habla del mirar, de la mirada como gesto de creación permanente y arcano, de que mirar es pensar (aunque sea a ciegas) y también sentir. Pero sobre todo y más que nada, esta exposición habla de lo intempestivo que es hablar de la mirada en estos tiempos.
Mercedes Espiau Eizaguirre